viernes, 10 de febrero de 2012

"Nuestros juguetes", Jacarilla.

Cuando era pequeña, con las alpargatas viejas te regalaban un “niño del trapero” (era un muñeco de barro). Para conseguirlo, le quitábamos las alpargatas a nuestras madres.
Jugaba a los cromos, que eran unas estampas con dibujos, que se ponían boca abajo y las tenías que golpear con la palma de la mano para ganarte las que se volvían boca arriba.
Para jugar a los rompes, dibujábamos una raya en la pared y utilizábamos los cartones de las cajas de cerillas. El juego consistía en poner el cartón sobre la raya de la pared, soltarlo y dejarlo caer. Si tu rompae caía encima de otro, lo ganabas.
También jugaba a los zancos, que los hacíamos con botes de tomate y cuerda, saltaba a la comba, a la gallinita ciega, al hula hop, hacíamos pelotas con las cámaras de la rueda de la bicicleta. Jugábamos a la terreta, que consistía en enterrar perras gordas en un montón de tierra, removerlo y repartir un trozo para cada una. Te ganabas las que hubiese en tu montón de tierra. A veces subíamos a los pinos, cogíamos piñas secas y luego las picábamos con una piedra y nos comíamos los piñones.
Carmina Perales.

Yo jugaba con un muñeco de barro y mi hermano con un caballito. Si se nos caía al suelo, se hacía mistos.
Josefa Ortuño.

Mis padres tenían mucha ilusión todas las fiestas de Navidad y Reyes. Éramos cinco hermanos y a todos nos traían muchos regalos. Me acuerdo de muñecas, costureros, un parchís y de mi mecedora. Mi madre nos hacía una cesta de cartón y papel de colores muy bonita. Nos ponían dulces y unas monedas. Lo pasábamos muy bien.
Fina Navarro.

Cuando era pequeña recuerdo que tenía que poner una zapatilla para que los reyes magos nos dejaran los juguetes y nos decían “iros a dormir que no os vean levantadas, si no, no os dejarán nada”.
Me dejaron una muñeca con una mecedora, una cesta con dulces y algunas monedas y un costurero.
Jugábamos a los cromos, a la cuerda, a la gallina ciega, al parchís y cantábamos “tengo una muñeca vestida de azul”.
Rosario Navarro.

Cuando tenía tres años, me gustaba escaparme de casa para ir al colegio.
Jugaba a los cromos, al corro, a la comba, los zancos, la madriola (se pintaban en el suelo cuadrados, que hacían forma de T, tirabas una piedra, e ibas a la pata coja pasando por todos los cuadros y saltando el que tenía la piedra), el escondite, la gallinita ciega, al churro marromango mangotero (uno se ponía con las manos en la pared y las rodillas flexionadas, el resto íbamos saltando encima hasta que terminábamos en el suelo), al tranco (un palo de madera con las puntas afiladas, como un lápiz, que le dabas por un lado y saltaba dando vueltas).
Pilar Albadalejo.

Jugaba con muñecas de trapo que me hacía yo con trapos viejos y cuerda.
Los muñecos de barro se los compraba al trapero haciendo trueque, que era el hombre que recogía las espardeñas y la ropa vieja, cambiándonoslas por muñecos.
Jugábamos al corro Manolo, a la vadriola, los cromos, los rompes, la gallinita ciega, a las tenderas y a ser mamás.
Teresa Espinosa.

Los juguetes en mi niñez eran escasos. Jugábamos a las “casicas” con tiestos y niños del trapero, que comprábamos con alpargatas viejas.
Recuerdo una muñeca que me compró mi abuela materna de la feria de San Bartolomé, que era más grande que yo. Al final me la rompieron las hermanas Navarro.
Encarna Vegara.

Nos juntábamos todas las niñas de mi calle, compartíamos los juguetes y nos pasábamos horas jugando.
Cuando nos retirábamos del juego venían las peleas, porque el juguete que se había roto ninguna lo quería y al final terminábamos llorando. Pero al día siguiente, volvíamos a juntarnos.
El juguete que más recuerdo es una muñeca que le apretabas la barriguita y decía “mamá”. Me las hacían mi madre y mi tía que eran modistas, pero se me rompían enseguida.
Rosario Pascual.

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