En la escuela de memoria, cada
sesión es una oportunidad para estimular la mente, compartir recuerdos y
fortalecer los lazos sociales. En muchas ocasiones trabajamos con una
metodología especial muy interesante: lectura de cuentos o historias que enseñan
moralejas para la vida. Cuando leemos cuentos, las sesiones se vuelven muy
entretenidas, además, son beneficiosas en muchos sentidos.
La narración oral ha acompañado a
la humanidad desde tiempos inmemoriales. Escuchar cuentos no solo es una
actividad placentera, sino que también aporta múltiples beneficios para quienes
escuchan. Por un lado, estimula la cognición, ya que al escuchar una historia
se activan diferentes áreas del cerebro, fortaleciendo la MEMORIA, la atención
y la imaginación. Además, permite el ejercicio de la empatía, pues al
identificarse con los personajes y sus vivencias, se fomenta la comprensión
EMOCIONAL y la capacidad de ponerse en el lugar del otro. También se promueve
la CREATIVIDAD, dado que cada historia abre un mundo de posibilidades, llevando
a los oyentes a recordar experiencias propias o imaginar escenarios
alternativos. Finalmente, escuchar cuentos fomenta el debate y la
socialización, ya que después de cada relato surge una conversación espontánea
que fortalece las relaciones sociales y estimula el pensamiento crítico.

Durante esta sesión especial, las
invitadas leyeron dos cuentos cuidadosamente seleccionados. La atmósfera que se
generó fue de atención plena y disfrute, con cada asistente sumergido en las
palabras y las emociones que transmitían las lectoras. Al finalizar cada
relato, como es habitual en el taller, se abrió un espacio para el debate y la
reflexión.
Las historias despertaron la
memoria colectiva y dieron pie a conversaciones llenas de nostalgia y humor.
Por ejemplo, uno de los cuentos hablaba sobre el mercado de un pequeño pueblo,
lo que llevó a los asistentes a recordar cómo eran los mercados de antaño, las
interacciones con los comerciantes y las costumbres que hoy han cambiado. Otra
de las historias evocó los cuentos tradicionales que solían escucharse en la
infancia, lo que llevó a una discusión sobre cómo han cambiado las narraciones
a lo largo de los años y qué valores se transmiten hoy en día a través de
ellas.

Los estudios han demostrado que
la narración de historias ayuda a consolidar recuerdos a largo plazo. En
personas mayores, escuchar cuentos no solo activa las redes neuronales
asociadas a la memoria autobiográfica, sino que también puede mejorar el estado
de ánimo y reducir los niveles de estrés. De hecho, las sesiones de
cuentacuentos se han utilizado como herramienta terapéutica en diversos
contextos, ayudando a mantener la agilidad mental y promoviendo el bienestar
emocional.
En definitiva, la lectura
compartida de cuentos en la escuela de memoria no solo es un momento de
disfrute, sino también un ejercicio valioso para la mente y el alma.
Agradecemos profundamente a las lectoras invitadas por compartir su tiempo y
sus voces, y a nuestros participantes por enriquecer cada historia con sus
recuerdos y reflexiones. ¡Esperamos con ilusión la próxima sesión llena de
relatos y conversaciones inspiradoras!
